viernes, marzo 29, 2024

Francia, de cabeza a la final

Joaquín Grasso

Luego de varios traspiés en las citas mundialistas pasadas, Rusia parece ser el territorio ideal para que la Selección de Francia vuelva a grabar su nombre en la historia grande del fútbol. Encasillada en la previa como una de las favoritas a apoderarse del trofeo, este elenco colmado de jóvenes talentos reavivó las esperanzas de un pueblo que aún sigue gritando los goles de Zinedine Zidane a Brasil aquel 12 de julio de 1998 en el Stade de France.

Superó sin sobresaltos la fase de grupos, eliminó a la Argentina de Messi en los octavos de final y pudo dominar la garra charrúa en los cuartos. El panorama galo era alentador para afrontar las semifinales: solidez en el arco y en la última línea, un mediocampo con buen pie para marcar y distribuir, y atacantes muy veloces y punzantes para efectuar a la perfección el contragolpe.

Sin embargo, en esa instancia lo esperaba la temida Bélgica, que arrastraba cinco victorias en cinco encuentros en el certamen y venía de triunfar ante Brasil de Neymar y compañía.

“Bélgica le ganó a Brasil y es la favorita”, había asegurado el arquero Hugo Lloris en la conferencia de prensa del día anterior. De esta manera salieron a jugar el encuentro los dirigidos por Didier Deschamps.

Francia se quitó la mochila de predilectos y exhibió todo su potencial en el campo de juego del Estadio Krestovski de San Petersburgo. Le cedió por momentos la pelota a los Diablos Rojos,logró contener al mejor ejecutante rival como lo es Kevin De Bruyne y al goleador Romelu Lukaku, y expuso su arma letal: esperar el error de los delanteros contrarios y desarrollar veloces transiciones hacia el arco defendido por Thibaut Courtois. Pese a esto, ni los contragolpes ni alguna acción individual lograron abrir el marcador en el primer tiempo.

La diferencia se dio en el complemento. Tiro de esquina ejecutado por Antoine Griezmann, Samuel Umtiti anticipó la marca de Marouane Fellaini y, de cabeza, puso el 1 a 0. Pese a los avances de Bélgica por igualar el cotejo, esa diferencia se mantendría hasta que el uruguayo Andrés Cunha suene su silbato e indique el final.

El defensor del Barcelona, nacido en Camerún, se convirtió en el tercer futbolista con raíces africanas que sitúa a Les Bleus en la final del Mundial. 20 años atrás ocurrió una situación similar con Lilian Thuram, con antepasados norteafricanos, quien le marcó los dos goles a Croacia en semifinales. Y también en 2006, cuando Zinedine Zidane, de ascendencia argelina, convirtió el único tanto frente a Portugal y ubicó a su equipo entre los dos mejores.

El joven seleccionado francés expuso todo su potencial futbolístico, aprovechó los errores de sus rivales a lo largo del torneo y volverá a disputar una final de un Campeonato Mundial luego de 12 años –Alemania 2006 donde perdió contra Italia-. Mañana conocerá a su rival del próximo domingo, que saldrá del cruce entre Croacia Inglaterra.

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