jueves, noviembre 21, 2024

Selección Argentina: ¿final de una generación?

Franco Mazzitelli

De julio de 2003, a junio de 2018; del juvenil vigor, al temple de la experiencia, al indiscutido, y a ser promesa cumplida. Del horizonte que asoma, al sol que se esconde; del principio al final. Javier Mascherano sintetizó el entusiasmo, la esperanza, la desilusión y el adiós en una frase: “Se terminó toda esta historia, dimos todo hasta el final”, dijo luego de la eliminación ante Francia. Él, un símbolo, abre esa puerta, por la que entró de la mano de Marcelo Bielsa, y se va, bañado en aplausos. Masche abre la puerta, también abre el interrogante: ¿cuánto lo acompañarán en el camino del adiós?

Con Rusia 2018 se despide una generación que parecía eterna, con algunos jugadores con más de diez años de trayectoria internacional: el fin del Mundial también fue el de la última camada exitosa de las juveniles argentinas, la de los últimos pibes de oro de Francisco Ferraro y Hugo Tocalli, que alcanzó la cima en 2005 y 2007, y empezó a pisar fuerte en la selección mayor a partir de 2008. Y fue posible gracias a la semilla que, años antes, plantó José Pekerman: los títulos mundiales en 1997 y 2001, con jugadores de una clase notable, y una ordenada estructura en juveniles, permitieron que Argentina se convirtiera en una potencia. Y en 2005, cuando la Copa Mundial sub 20 se disputó en Holanda, la selección vió el esplendor de varios jugadores que luego, por mucho tiempo, vestirían la camiseta de la mayor.

El equipo de Ferraro encontró en Lionel Messi a su guía y goleador, y en Lucas Biglia, Fernando Gago, Pablo Zabaleta las figuras del mediocampo y la defensa. Sería, como para darle dramatismo a la historia, una derrota el primer resultado de aquel Mundial -el debut fue con caída ante Estados Unidos-, pero el equipo se recuperó venciendo a Egipto 2-0 -goles de Zabaleta y Messi- y a Alemania 1-0 -Neri Cardozo-, luego despachó a Colombia, a España y a Brasil, y superó a Nigeria en la final. Era figura, y ya apuntaban los flashes al actual máximo goleador en la historia del seleccionado -65 goles, siendo también el 3º jugador con más presencias, entre 3 Copas América y 4 Mundiales-, que levantó la Copa junto a otros futuros habitué de la mayor: Biglia -58 partidos, repartidos entre eliminatorias, 3 Copas América y los Mundiales 2014 y 2018-, Zabaleta -44 partidos, entre eliminatorias, 2 Copas América y el Mundial 2014-, Agüero -87 partidos y 39 goles, entre eliminatorias, 3 Mundiales, y 3 Copas América, siendo el tercer máximo goleador histórico- y Gago -61 encuentros, entre eliminatorias, 3 Copas América y el Mundial 2014-.

La mayor, para Messi y Zabaleta, llegó en 2005, en 2006 para Agüero, y en 2007 para Gago. 2007, justamente, el año en el que otros pilares de la actual selección se mostraron por primera vez ante el mundo: el equipo de Hugo Tocalli se paseó por Canadá, y ganó invicto el Mundial sub 20, el 6º para Argentina, hasta ahora el último conseguido. Aquella selección fue guiada por los goles de Agüero, el fútbol de Ángel Di María y Ever Banega, y las atajadas de un por entonces desconocido Sergio Romero. Con el tiempo, los tres llegarían a la mayor para quedarse: Banega debutó en 2008, y desde entonces jugó 65 partidos -eliminatorias, tres Copas América, Mundial 2018-, Di María se estrenó en el mismo año, y llegó a ser, con 95, el 7º jugador con más partidos en la selección -Mundiales 2010, 2014 y 2018 y 3 Copas América-, y Romero se tornó inamovible, defendiendo el arco 94 veces desde 2009, siendo el arquero que más encuentros disputó con el buzo argentino.

Todos los nombrados anteriormente formaron parte del plantel que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 con Sergio Batista como DT, y Javier Mascherano y Juan Román Riquelme como jugadores más experimentados. Con la conquista del oro llegaron, entre 2009 y 2011, más jugadores que durarían mucho: el 2009 vio los estrenos de Gonzalo Higuaín -73 partidos, tres Copas América y tres Mundiales- y Nicolás Otamendi -55 partidos, tres Copas América y dos Mundiales-, y en 2011 llegó el de Marcos Rojo -57 partidos, dos Mundiales y tres Copas América-. Mascherano, además, se volvió capitán y patrón, y se transformó en el argentino con más partidos en la selección -147, entre eliminatorias, 4 Mundiales, 5 Copas América y 2 Juegos Olímpicos-.

El 2018 tomó, con una camada de tantos años, al seleccionado argentino como el segundo -solo detrás de Panamá- con mayor promedio de edad en el Mundial de Rusia: de los 23 seleccionados, 16 superaban los 28 años. Y la debacle organizativa de los seleccionados juveniles, con pobres actuaciones en campeonatos mundiales -no clasificó al 2013, en 2015 y 2017 fue eliminada en primera ronda- y Juegos Olímpicos -no clasificó a Londres 2012, afuera en primera ronda de Río 2016-, nos lleva a preguntas inevitables: ¿sufrirá el recambio la selección? ¿Cuánto tardará la mayor en recomponerse, con el adiós de esta generación? Mascherano, mientras tanto, fue el primero en despedirse, el primero de una camada que vivió sus días entre ser golpeada, abrazada, criticada, resistida, aclamada y llorada. Determinarán los años su verdadero valor: sólo el tiempo podrá ser juez. Ya lo dijo Masche: “El tiempo pone las cosas en su lugar”.

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