Agustín Loza @agustinloza25
Cuando una selección queda afuera de un Mundial, se dice que la gente toma a otro equipo como el favorito. Aunque parezca utópico, toda Bangladesh se puso a alentar por Argentina, pero no es casualidad, es una historia que viene desde hace muchos años.
Este país, que se ubica al este de la India, tiene una superficie de 148.460 kilómetros cuadrados, casi equivalente a la provincia de Mendoza. El video de los festejos en Daca, la capital, tras la clasificación de los sudamericanos a octavos de final de Rusia 2018, se viralizó. Es increíble cómo la gente está tan contenta. Pasan motos, autos y camiones. Todos repletos de personas en una caravana interminable y cada uno con una bandera albiceleste.Cualquier distraído podría pensar que esa explosión de felicidad es en cualquier punto inhóspito de la República Argentina. Pero no, es en la ciudad más importante del territorio bangladesí.
Y esta simpatía no es casualidad, y no es por el fenómeno que genera Lionel Messi a lo largo del planeta. Después de mirar esas imágenes, también, otro se pone a pensar: ¿por qué el equipo comandado por Messi y compañía puede tener tantos fanáticos en un lugar tan impensado? Aunque los futbolistas del equipo que dirige técnicamente Jorge Sampaoli son conocidos mundialmente, nada puede asegurar que hayan generado un vínculo tan fuerte con el octavo país más poblado del planeta (167.671.000 habitantes).
La historia cuenta que entre 2005 y 2006 en el seleccionado asiático entrenó un argentino. Andrés Cruciani, nacido en Bahía Blanca, estuvo sentado en el banco del elenco de ese país. Pero el director técnico no fue la causa como para generar este vínculo tan significativo.
Bangladesh solía ser una colonia británica con Pakistán y la India. En el siglo XVII, era denominada Bengala. En 1947 fue dividida en Bengala e India. Luego se unió al estado de Pakistán y finalmente, en 1971 se independizó y nació la República Popular de Bangladesh. Durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas inglesas utilizaron el territorio bangladesí para evitar un ataque de Japón. Las cosechas fueron arrasadas como parte de esa estrategia, lo que provocó una hambruna en el sur asiático, donde murieron más de dos millones de personas.
En el medio de tantas separaciones, hubo conflictos bélicos entre las distintas colonias que habían pertenecido a Gran Bretaña por cuestiones religiosas. Estos enfrentamientos dejaron como saldo las muertes de más de medio millón de personas. El proceso de independización era bastante duro, por eso, la relación con sus ex colonizadores se quebró por completo. La población del país asiático recuerda esos momentos con muchísimo dolor.
Cuando estalló la Guerra de Malvinas entre Inglaterra y Argentina en 1982, Bangladesh se puso del lado de los sudamericanos, que reclamaban esa parte del territorio del Océano Atlántico Sur. La relación entre el gobierno argentino y el bangladesí era buena. Ese fue uno de los puntos en común.
El deporte y la política siempre van de la mano. El fútbol, en este caso. En los cuartos de final de México 1986, se puede decir que comenzó la devoción de la gente de Bangladesh al equipo albiceleste. También deliraron y se emocionaron con los goles de Maradona, la Mano de Dios y, quizás, el más lindo de la historia de los Mundiales, como cualquier argentino, y vieron a los ingleses de rodillas ante el espectáculo del Pelusa en el Estadio Azteca.
Lo cierto es que 32 años después, también estallaron con el tanto de Marcos Rojo a Nigeria en Rusia 2018. Los 17.050 kilómetros que separan a Bangladesh de Argentina no son excusas para no festejar. Este sábado, cuando los de Sampaoli enfrenten a Francia, en este país asiático cambiarán sus colores verde y rojo, para ponerse, otra vez, la celeste y blanca, al igual que todos los argentinos en cualquier parte del mundo, y como lo vienen haciendo hace años.