Tomás Grasso
Desde la tarde del 16 de junio en el Spartak Stadium, el camino argentino estuvo lleno de obstáculos, pero los nigerianos en la búsqueda para conseguir su clasificación, dejaron viva a la Selección Argentina y es uno de esos equipos que en la primera posibilidad de matarlo, hay que hacerlo, porque ante la mínima chance de renacer desde las cenizas, como el mitológico ave fénix, lo hace.
Argentina se mete en los octavos de final por la ventana, hay innumerables casos de equipos que crecen desde esa posibilidad de meterse en los cruces directos.
En el 82 cuando la cita mundialista regresaba al viejo continente para disputarse en España, luego de visitar Argentina en el 78, los italianos conquistaron la copa.
Su inicio fue muy parecido al de la albiceste en esta edición. Consiguieron los boletos a la segunda fase con tan solo tres puntos, tras empatar con Polonia, Perú y Camerún en un Grupo A que tuvo una marcada paridad. Cinco igualdades en seis partidos, de esta situación sacó ventaja la azzurra que dejó afuera a los incas, que jamás se imaginaron que se les vendría una sequía de 32 años.
A partir de la segunda fase todo cambió de la mano de Paolo Rossi, triunfo frente a Argentina y Brasil, por 3 a 1 y 3 a 2 respectivamente. Sortear las dificultades que se le antepusieron en la primera vuelta lleno a los tanos de confianza, que doblegaron la cantidad de goles que anotaron en el inicio de la copa.
Llegó el mata-mata, esa instancia donde se define todo en un partido, no hay segundas oportunidades, ganas o te volves a casa. “Ahora empieza el verdadero mundial”, declaró Marcos Rojo, el gran héroe argentino luego de clasificarse a dicha instancia.
Italia doblegó a Polonia con un doblete de quien fue la figura en España, Paolo Rossi. Y liquidó a Alemania Federal por 3 a 1.
Igualar esa hazaña es algo que hoy parece una utopía, la final queda muy lejos, existe un largo camino por recorrer y muchísimas cosas de funcionamiento para corregir. Pero la forma épica con la que se consiguió la clasificación, permite la ilusión del pueblo argentino que acompañó en gran número al seleccionado en San Petersburgo.
El Mundial, lógicamente no es la única competencia que se disputa en este formato. La máxima competencia en el continente americano, la Copa Libertadores, conoce de estas historias. En el 2014, San Lorenzo se clasificó tras vencer a Botafogo en la última fecha y tras recibir la ayuda de Independiente del Valle tomó envión y no frenó hasta la cima.
La misma situación vivió River Plate en el 2015, venció de forma contundente a San José de Oruro por 3 a 0 y dio el manotazo de ahogado. Juntó fuerzas luego de eliminar a Boca en el escandaloso partido del gas pimienta y no se detuvo hasta que Fernando Cavenaghi y Marcelo Barovero levantaron la copa en forma conjunta.
Hoy es todo euforia, pero habrá que parar la pelota y ponerse a trabajar en el partido que se viene. Ya se conoce al rival, será Francia, una de las selecciones que desde el inicio fue candidata por los apellidos que la integran.
La ilusión está intacta, eso genera la Copa del Mundo en los argentinos, hoy es volver a creer que se puede, cuando un día atrás todo estaba perdido. Eso lo logró un equipo que resurgió de las cenizas.
Fotos: @Argentina