Por Joaquín Méndez
El 2 de abril de 1982 comenzó la Guerra de Malvinas por orden de la Junta Militar al mando de Leopoldo Galtieri, el conflicto bélico con el Reino Unido no impidió que la pelota siguiera rodando, de hecho hubo órdenes para que se continúe con el “espectáculo” que culminó con un Ferrocarril Oeste campeón del torneo de Primera División y con una Selección Argentina debutando en el Mundial de España previo a la rendición de las tropas nacionales.
¿Qué es lo que llama la atención y qué incidencia tiene el deporte en la guerra? Al parecer para las autoridades de la época, ninguno y para FIFA, federación que rige el fútbol mundial, tampoco. No tiene ningún vínculo la pelota al punto de prohibir por reglamento las manifestaciones políticas en sus eventos. Sí, acabamos de decir que no tenía incidencia. ¿No tiene ninguna relación el deporte? ¿O acaso el fútbol es una herramienta tanto de Memoria, Verdad y Justicia, como de distracción y olvido?
El domingo un jugador de la Liga de fútbol Confluencia de Río Negro llamado Roberto Muñoz recibió la segunda tarjeta amarilla por parte del árbitro (derivó en su expulsión), tras exhibir una bandera argentina de las Islas Malvinas para honrar al padre de Nicolás Olave, ex combatiente. ¿Acaso haber fomentado la no interrupción del torneo argentino de fútbol, no es una manifestación política en el deporte?
Luis Escobedo es un ex combatiente y ex jugador de fútbol, lo detuvieron dos días la semana pasada por cantar el himno argentino junto a otros ex combatientes en las Islas Malvinas a 37 años de la disputa por la soberanía. ¿Acaso Escobedo no tiene derecho a manifestarse en nombre de sus compañeros caídos en el territorio en cuestión? Y por si fuera poco, ¿también se le hubiera negado expresarse dentro de una cancha? Porque eso impone FIFA en su reglamento.
Y aquellos que se expresaron mediante gestos, gritos, o banderas fueron sancionados por la organización que maneja el fútbol, como por ejemplo Xhaka y Shaqiri, futbolistas suizos multados por que hicieron referencia a la Guerra de Kosovo con una celebración en forma de Doble-Águila insignia de origen Albano-Kosovar, o el croata Domagoj Vida por gritar: “Gloria a Ucrania”, que se consideró un término nacionalista anti ruso. Entonces, un jugador de fútbol no puede ni tiene derecho, según FIFA, a usar gestos políticos para visibilizar causas justas (o no). ¿Acaso FIFA no vulnera los derechos de los futbolistas? ¿Acaso FIFA no disputa poder, no hace política con cada intervención en el mundo deportivo? ¿Amenazar con duras sanciones a las selecciones vinculadas al Reino Unido como Irlanda del Norte, Escocia e Inglaterra si se retiraban del Mundial de España no es hacer política? ¿Qué es hacer política para FIFA y para la dictadura militar?
Cuatro años antes en Argentina se iniciaba el Mundial 78 organizado por el EAM 78 (Ente Autárquico Mundial 78), que remodeló estadios, elaboró un plan de comunicación y publicidad, creó operativos de espionaje en los estadios, procedimientos, sin ningún control. Previo al comienzo, intentó eliminar la resistencia sindical y borrar todo rastro posible de visibilización sobre lo que sucedía en aquella época como torturas, desaparición y robo de bebés e identidades. ¿Acaso el fútbol es la herramienta de disputa de poder de las clases dominantes pero no de sus protagonistas?
Fueron 649 los argentinos que murieron en el campo de batalla, pero el Mundial de España y el fútbol argentino no se podían frenar, ya que el deporte no tiene nada que ver con los conflictos políticos. ¿Acaso el fútbol y su espectáculo, solo es un objeto de distracción para las masas? ¿Acaso el partido de Argentina-Inglaterra es la venganza del país, en el que Diego Maradona brilló con su actuación en el 2 a 1 y realizó un gol con la mano? Desde luego que no, porque el deporte no es eso, pero ¿ese falso nacionalismo servía para que el odio creciera en pos del espectáculo? Otra vez, política en el deporte y vulneración de derechos.
¿Acaso el deporte no es un escenario donde se vive y se emanan emociones? ¿Acaso el deporte es inclusión social pero no puede incluir a través de política y luchas sociales?, ¿cómo lo puede ser la visibilización de las víctimas de una guerra? ¿Acaso Roberto Muñoz, jugador y orador de causas justas dentro de una cancha, no tiene derecho a manifestarse y a generar conciencia? ¿Acaso los derechos de Luis Escobedo no le permiten recordar a sus compañeros y a sentirse argentino, en las Islas Malvinas como en un estadio donde la redonda rueda? “La pelota no se mancha”, dijo Maradona. El balón siempre va correr, va rodar, va a regalar sonrisas en Argentina, en Inglaterra y en las Islas Malvinas, porque poco tiene que ver con una guerra, pero es y será escenario de distracción para las clases dominantes, pero mientras existan personas como Roberto Muñoz o Luis Escobedo, no habrá olvido, habrá mediante tensión y generación de incógnitas, Memoria, Verdad y Justicia, para los veteranos de Malvinas.