viernes, noviembre 22, 2024

Los vikingos del alba

Renzo Calissano

“De las regiones de la hermosa tierra/que mi carne y su sombra han fatigado/eres la más remota y las más íntima/última Thule, Islandia de las naves/del terco arado y del constante remo/de las tendidas redes marineras/de esa curiosa luz de tarde inmóvil/que efunde el vago cielo desde el alba/y del viento que busca los perdidos velámenes del Viking”, escribió alguna vez Jorge Luis Borges, maravillado por la belleza de los paisajes de Islandia y sus auroras boreales. Así como también cautivado por su historia, que inició a mediados del siglo IX, cuando los primeros colonos vikingos llegaron a la isla.

Las leyendas cuentan que el primero en hacerlo fue un noruego llamado Naddóður Ásvaldsson, apróximadamente, en el año 850. Buscó rastros de vida humana en la nueva tierra, pero no los encontró. Se marchó y denominó al lugar Snæland (Tierra de nieve).

Pasaría una década hasta que otro vikingo pisara este territorio. Sería Gardar Svavarsson, un sueco que se dirigía hacia Dinamarca cuando una tormenta lo obligó a desviarse y provocó que recalase en lo que hoy es la bahía de Skjálfandi, al norte de Islandia. Allí construyó una casa y se asentó durante todo el invierno. En la actualidad, la localidad que se encuentra en ese lugar se denomina Húsavík, que significa “bahía de la casa”, y hay un monumento en honor a Svavarsson.

Los islandeses deberían haberle hecho, también, un monumento a otro sueco que desembarcó en la isla, pero no en la Edad Media, sino en 2011. Lars Lagerbäck se convirtió en el director técnico de la Selección de Islandia ese año e inició un proceso que derivó en la primera participación del país en una Copa Mundial. Lagerbäck clasificó al equipo a la primera Eurocopa de su historia, disputada en Francia en 2016, en la que llegaron a estar entre los ocho mejores, tras vencer nada menos que a Inglaterra en octavos de final. Luego del torneo, el sueco renunció a su cargo.

Aunque Ásvaldsson y Svavarsson fueron los primeros vikingos en arribar a la isla, y pese a que poco tiempo después iría uno llamado Hrafna-Flóki Vilgerðarson (sí, el de la serie Vikings) que le pondría al lugar el nombre actual, el explorador que es considerado como primer colono nórdico de Islandia fue el noruego Ingólfur Arnarson, quien llegó en su knarr (barco vikingo) en el año 874. Se instaló con su familia y formó un asentamiento, al que llamó Reikiavik, que significa bahía humeante, por los vapores que había (y sigue habiendo) producto de las fuentes termales. La ínsula rápidamente se pobló y para el año 900 se calcula que ya había cerca de 20 mil habitantes.

En 930 se estableció el Alþingi, que es hasta la actualidad el parlamento nacional del país. En primera instancia se ubicó en el valle de Þingvellir (asamblea explanada, en islandés). Allí se reunía la población anualmente y el lögsögumaður (hablante de leyes) recitaba la ley a los congregados y resolvía las disputas que hubiese.

Cerca del año 1000, la isla estaba dividida en dos religiones: el cristianismo y el paganismo. El rey Olaf I de Noruega quería cristianizar el lugar por la fuerza y enviaba misioneros evangelizadores, que lo único que conseguían eran muertes y una grieta cada vez más grande. Fue entonces cuando, en una reunión del Alþingi, el hablante de leyes Þorgeir Ljósvetningagoði, que era pagano, decidió que la religión oficial sería el cristianismo, aunque, quienes lo deseasen, podrían practicar el paganismo en privado. Luego, Þorgeir arrojó todas sus estatuas de los dioses a la cascada que hoy en día se conoce como Goðafoss (cascada de los dioses).

Heimir Hallgrímsson, actual director técnico de la Selección, hace algo similar a esas asambleas del Alþingi. En la previa de los partidos, Hallgrímsson se reúne con la Tólfan (hinchada islandesa, cuyo nombre significa “el jugador número 12”) en el bar Olver, a pocas cuadras del estadio principal Laugardalsvöllur de la capital Reikiavik, y les explica cómo va a jugar el equipo y las tácticas que va a utilizar. Esto afianzó la relación de los hinchas con el plantel.

En la actualidad, los islandeses son, en su gran mayoría, cristianos luteranos, aunque hay un pequeño porcentaje de paganos, que adoran a dioses como Odín y Thor. Sin embargo, las costumbres vikingas las siguieron manteniendo a lo largo de los años.

Sus apellidos no identifican una familia ya que, la mayoría, usa una combinación del nombre de pila del padre seguido de “son”, en los varones, y de “dóttir”, en las mujeres. Por ejemplo, el padre de la figura de la Selección Nacional Gylfi Sigurðsson se llama Sigurdur Adalsteinsson.

Los islandeses suelen ponerse apodos a sí mismos que denoten una virtud propia, y se llaman así entre ellos; al igual que los antiguos nórdicos, de quienes también mantienen el lenguaje.

“Tenemos una especie de orgullo islandés que hace que no nos inclinemos ante nadie”, declaró el defensor central Ragnar Sigurðsson, luego de eliminar a Austria y meterse en los octavos de final de la Eurocopa. Y agregó: “Claro que sí, cuando ves por televisión a un jugador como Iniesta valoras su talento. Pero si me enfrento a él, me da igual”. Lo mismo debe pensar de Messi, así que no será tarea fácil para el seleccionado argentino enfrentarse a este grupo de guerreros vikingos en el frío de Rusia.

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