Nahuel Gala @nahueGala
No es una fecha más y no puede pasar desapercibida porque no existe otro como él. El 24 de junio de 1987 nació Lionel Messi, pequeño gran hombre. Futbolista único que marcó una época en la historia del deporte rey en el planeta.
Ahora que es el capitán y defiende los colores de la albiceleste por cuarto Mundial consecutivo, ¿dónde estaba, cómo vivía y que ocurría futbolísticamente en cada uno de sus cumpleaños mientras se jugaban las respectivas Copas del Mundo?
Cuando Diego Armando Maradona alzó el trofeo dorado más preciado en el Estadio Azteca de México el 29 de junio de 1986, restarían 360 días para que naciera un joven rosarino que llenaría de sueños, goles y esperanzas a una familia que esperaba un miembro que, sin saberlo de antemano, cambiaría la historia de su apellido para siempre.
En Italia 1990, con 3 años y en plena infancia, el santafesino aprendió a ponerse de pie, caminar, hablar y moverse por su propia cuenta. Vivió en su humilde hogar el gol de Caniggiaa Brasil para avanzar a los cuartos de final de aquella competición. Mientras Maradona eludía cual verdeamarelho se le interpusiera, Messi daba sus primeros pasos y estaba presente entre los festejos que sus hermanos, padre y madre empeñaban durante la victoria de Argentina en cuartos de final que lo dejaría posicionarse en el podio de los cuatro mejores y, posteriormente, en el partido decisivo por el título.
Cuatro años más tarde, con Estados Unidos como sede mundialista, Lionel ya tenía 7 años y la número cinco como mejor amiga. En Abanderado Grandoli, su primer club, ya había deslumbrado a entrenadores y espectadores que se acercaban a ver las ilusiones que los niños desarrollaban a través de una pelota.
El 24 de junio de aquel año, Brasil derrotaría a Camerún 3 a 0 en la segunda fecha del Grupo D y se encaminaría en la obtención de su cuarta corona, al igual que se encaminaría Leo a entrenarse en las divisiones inferiores del Club Atlético Newell’s Old Boys.
En el 1998 tuvo lugar un hecho de una trascendencia fundamental en la vida de Messi. En ese momento, había sido diagnosticado con una deficiencia de la hormona de crecimiento. “Quedate tranquilo, un día vas a ser más alto que Maradona, no sé si mejor pero sí más alto” le aseguró el doctor Diego Schwarzstein.
A partir de ese instante, tuvo que empezar a inyectarse testosterona para poder extender el volumen de su físico en los años que se aproximarían y, así, lograr un óptimo progreso. El tratamiento era muy costoso y Leo sintió ese miedo de no poder lograr su más grande sueño: ser futbolista.
En uno de los cumpleaños más tristes de su vida, Francia derrotaba a Dinamarca por 2 a 1 en Lyon para liderar el Grupo C con nueve unidades y clasificarse a los octavos de final y encarrilarse a la consagración de su primer Campeonato del Mundo.
Próximo destino: Barcelona. A orillas del mar Mediterráneo y en los comienzos del nuevo milenio, el pequeño nacido en Rosario daría inicio a su adolescencia en plena ciudad española. Carles Rexach organizó una prueba para determinar si tenía las cualidades necesarias para entrar en La Masía: “Messi vino a Barcelona para una prueba de 15 días y sobraron 14”.
Mientras, en 2002, se disputaba el Mundial de Corea-Japón, el 24 de junio Leo cumpliría 15 años –su segundo en tierras ibéricas– y lo celebraría en la cantera del club blaugrana junto a sus compañeros Cesc Fàbregas y Gerard Piqué, entre otros, mientras al combinado albiceleste era eliminado en primera ronda en manos de Inglaterra, Nigeria y Suecia.
Entre la Copa del Mundo que se jugó en suelo asiático y la de Alemania en 2006, el planeta fútbol vio la explosividad de Lionel. Fue campeón del Mundial Sub-20 con la selección y de la Liga de España y la UEFA Champions League con el club catalán.
Finalmente, José Pékerman lo convocaría entre los 23 integrantes del plantel argentino en el campeonato que lo vería debutar con un gol en el 6 a 0 frente a Serbia y Montenegro y en el que tuvo como regalo de cumpleaños la volea de Maximiliano Rodríguez en el 2 a 1 contra México por los octavos de final de aquel certamen. Ese 24 de junio Leo lo vivió con la celeste y blanca puesta y con su primera aparición en este tipo de competiciones.
En Sudáfrica 2010 heredó la 10 de Juan Román Riquelme, ganó el Balón de Oro que se le negó a Maradona en su época y se perfiló como el emblema del equipo en cuanto a talento y destreza. Justamente Diego Armando fue el director técnico que lo vio lucir la misma camiseta con la que él levantó la copa 24 años antes.
Mientras Argentina avanzaría a octavos de final de manera cómoda y Messi celebraba sus 23 años en Pretoria –ciudad donde concentraron–, las cosas no iban igual para el vigente campeón del torneo. Italia conformó el Grupo F con Paraguay, Nueva Zelanda y Eslovaquia. Esta última, que debutaba en Copas del Mundo, la derrotó 3 a 2 en lo que también fue la primera y hasta hoy única victoria de los capitaneados por Marek Hamšík. La Azzurra, que había logrado su cuarta estrella en el Mundial que vio participar a Lionel por primera vez, fue eliminada en primera ronda cuatro años después.
El capitán de la selección argentina para Brasil 2014 tenía nombre y apellido: Lionel Messi. Hace dos años se había convertido en padre con la llegada de Thiago a meses de que consiguiera su cuarto Balón de Oro consecutivo. Fue el goleador del equipo con 4 tantos y lideró al conjunto dirigido por Alejandro Sabella hacia el subcampeonato.
Alemania le arrebató en 120 minutos la ilusión de lograr el tercer título albiceleste. En plena actividad mundialista, el estandarte argentino se preparaba para enfrentar a Nigeria un día después de cumplir los 27. Mientras tanto, en Cuiabá, Colombia derrotaba a Japón por 4 a 1 y pasaba la fase de grupos por segunda vez en su historia.
Rusia 2018: nuevo capítulo de la historia de Messi. El 10 argentino disputará su cuarto Campeonato del Mundo al hilo iniciándolo con 30 años y finalizándolo con 31, que los cumplirá el día que la debutante Panamá se mida con Inglaterra –consagrada en 1966 como anfitriona y nación que vio nacer a este deporte– por la segunda fecha del Grupo H.
Ya casado con Antonella Roccuzzo y con tres hijos –Thiago de 5 años, Mateo de 2 y Ciro de 3 meses–, afianzado con el Barcelona y denominado como uno de los mejores deportistas de todos los tiempos, defenderá los colores del conjunto que entrena Jorge Sampaoli y buscará que el camino apedreado por el que transcurre Argentina tras el empate 1-1 con Islandia y la derrota 0-3 ante Croacia, comience a allanarse y finalice el 15 de julio con la copa bien alta en Moscú.