sábado, diciembre 7, 2024

El futbolista eterno

Por Thomas Capurro @thomasscapurro y Guido Angione @guidoangione

El 17 de junio cumplió 50 años pero se siente de 30, y si no fuera porque el cuerpo técnico de Central Ballester le comunicó, hace dos meses, que no lo tendría más en cuenta de cara al próximo campeonato para darles lugar a los más jóvenes, Juan Carlos Albarello seguiría como jugador del club del cual es hincha.

Participe fundamental en el único ascenso del canalla, en la temporada 1995/96, el abuelo o viejo, como lo apodaron cariñosamente sus ex compañeros, siempre se mantuvo ligado al fútbol: es árbitro amateur hace más de 20 años, también se desempeña como entrenador aficionado y ya piensa en su carrera como director técnico profesional con un curso que comenzaría en 2018.

El ex delantero abandonó el fútbol en 1996, a sus 29 años, por el nacimiento de su primer hijo. En 1999 volvió a jugar en Juventud Unida pero se retiró de nuevo esa misma temporada por problemas económicos. Lo cierto es que el año pasado, luego de un llamado de Norberto Beto Romano, le picó el bicho de volver a jugar al fútbol tras 17 años y, con un físico ejemplar, a sus 49 años, decidió defender una vez más los colores del club de sus amores, Central Ballester.

-¿Como surgió la idea de volver a jugar al fútbol a pesar de las limitaciones físicas y mentales por la edad?

Yo estaba jugando el sénior hace dos años y participaba en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) con Central Ballester y en un momento también participó Norberto Romano. Fui a ver un partido del equipo contra Juventud Unida y estaba Beto. Nos saludamos, nos pusimos a charlar un rato de fútbol y en el momento que yo me estoy por ir, me dice: “¿Cómo andas para ponerte los cortos?”. Le dije que él sabía cómo estaba, porque ya me conocía por estar en el sénior. Me dijo que después me llamaría. Esto fue en diciembre. Pasaron los meses y en julio me llamó para que al otro día fuera a un predio en Hurlingham y me demostró el deseo de que yo formara parte del plantel. Tuve una gran felicidad porque no creía que iba a pasar. Gracias a Dios se dio así.

-Si no fuera por el Beto Romano, ¿habrías vuelto a jugar?

-La verdad que no, no lo tenía en mis planes. Fue un propósito de Dios que me dio la posibilidad de pisar nuevamente un campo de juego. Me cuidé toda la vida, nunca fumé, tomé ni tampoco trasnoché. Siempre comí sano gracias a mi tarea como árbitro amateur. Nunca tuve lesiones graves. No voy a decir que no costó pisar una cancha después de 17 años. No fue fácil entrenarme a la par de los chicos pero pude hacerlo.

-¿A cuál de tus tres retiros te costó más sobreponerte?

-Creo que los tres cumplieron una etapa. El último lo tomé tranquilo, pero quizás los primeros dos fueron los más difíciles porque uno deja de jugar, de ver a sus compañeros, a la hinchada. Todas estas cosas las llevo muy adentro. El segundo, cuando volví a los 32 años y me retire poco tiempo después, fue el más difícil. Pasé por un duelo.

-¿Cómo tomaste la decisión del cuerpo técnico de Central Ballester de no tenerte en cuenta?

-Hablé con ellos y me dijeron que querían hacer un plantel con jugadores jóvenes y nuevos. Lo tomé y lo veo bien. Fue un año a full, trabajaba a conciencia y ya le había agarrado el gusto. Me preparé para seguir pero no se dio así. Fue algo maravilloso. Me dijeron de trabajar con ellos en la dirección técnica y lo voy a pensar porque es una linda posibilidad. El año que viene comenzaré el curso de entrenador y a trabajar en algún equipo.

-Recién mencionabas la idea de empezar un curso de entrenador, ¿te gustaría dirigir Central Ballester en el futuro? ¿Qué objetivos tenés a mediano o largo plazo?

-Mi hijo está haciendo la carrera de profesorado de educación física que son cuatro años, la de director técnico son dos y me gustaría a largo plazo conectarme con él y agarrar algún club. Obvio que el canalla es uno de mis deseos pero también puede ser en un intercountrie. En principio comenzar en los countries y si surge algo mejor, obvio que me encantaría.

-¿Cuando recién comenzaste a jugar, tuviste un referente como tus compañeros con vos?

-Sí, siempre uno se fija en los más grandes. Después de 30 años, cuando uno llegaba a primera división, había varios referentes. Maciel, Úbeda y Gallardo eran algunos en ese momento. Los vestuarios y los códigos eran diferentes, había mucho más respeto. El fútbol evolucionó mucho para bien.

-¿Qué otros cambios notas entre el fútbol del pasado y este del presente?

-Se mejoró mucho y hay más tecnología, que nosotros no la teníamos en la década del ’90. Cambió mucho, se corre bastante más, las canchas no son lindas y no ayudan a jugar. Son pocos equipos que ponen la pelota al piso e intentan salir jugando, se pega mucho. Hubo cambios positivos y negativos.

-Recién hiciste referencia a la tecnología, ¿estás de acuerdo con la inclusión de la misma en el fútbol?

-Para el jugador es una cosa y para el árbitro es diferente. No lo veo bien por el lado humano.

-Al practicar el arbitraje de manera amateur, ¿respetás más las decisiones y las formas en las que se manejan los árbitros profesionales, desde tu lado como futbolista?

– Yo fui jugador y cuando uno lo hace no lo tiene muy en cuenta, no lo entiende. El juez está solo, es muy difícil serlo. Cualquiera te grita y te insulta. Yo comprendo mucho, dirigir en el amateurismo me fue de gran ayuda.

-Si hubieses sido el juez en el partido de Deportivo Riestra – Comunicaciones, suspendido a cinco minutos del final debido a una invasión de la cancha por parte de un jugador e hinchas del conjunto local, ¿qué decisión tomabas? ¿Seguías el partido ese mismo día o actuabas tal como lo hizo Paulo Vigliano?

-Es muy difícil. Cuando veo los videos, observo que el árbitro está de espaldas al jugador que invade (Leandro Freire). En el informe no pone que fue uno de Riestra. Yo lo veo como una acción muy tonta porque a falta de cinco minutos del ascenso se mete y lo suspende. Estaba armado y fue todo muy enredado . Yo como árbitro lo suspendía pero informaba que fue un jugador el que inició todo.

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