Por Manuel Martín
“Banfield es un club vendedor”, reconoció más de una vez el presidente Eduardo Spinosa. Es cierto, quizás estén condicionados por los factores económicos, entre los que se incluyen deudas de esta y anteriores gestiones, y no pueden darse el lujo de hacer compras costosas de jugadores consagrados. Pero la cantera del Taladro ha mostrado ser creadora de futuras estrellas. Darío Cvitanich, Jesús Dátolo, Facundo Ferreyra, Nicolás Tagliafico y el crack colombiano James Rodríguez son algunos de los futbolistas que llegaron a Primera División provenientes de las juveniles.
La temporada pasada jugaron la Copa Libertadores y, tras quedar eliminados en la tercera fase, se clasificaron a la Sudamericana. Además disputaron la Superliga y la Copa Argentina y para poder afrontar la triple competencia fue necesario el aporte de un plantel conformado por 32 jugadores. Hay un dato que resume el proyecto de la institución: el 84,3% (27) eran surgidos de la cantera.
El coordinador general del fútbol juvenil es Hugo Donatto. En sus palabras, su función consiste en “generar un ambiente de trabajo cordial, que mantenga un diálogo entre todos”. “Les damos libertad a los técnicos de las categorías para que elijan qué trabajo hacer o qué creen que es mejor para sus jugadores, pero les hacemos respetar un cronograma semanal. Por ejemplo, los lunes tienen que hacer ejercicios de pase y recepción, los martes trabajar la parte física junto con la técnico-táctica y deben realizar partidos de fútbol los viernes”, agrega.
Desde los ocho años, nenes de todo el país se acercan al campo de deportes de Luis Guillón para comenzar su trayecto en las inferiores de Banfield. El club tiene cuatro ligas diferentes para trabajar con su materia prima. En orden de importancia son: AFA, Metropolitana, B y C. Los coordinadores de cada sector informan sobre los progresos de los chicos diariamente. Para que asciendan de nivel se realizan partidos amistosos semestral o anualmente entre las diferentes categorías y allí tienen la posibilidad de mostrar sus habilidades.
Si un jugador quiere integrar las inferiores del Taladro, a fines y a principios de año se organizan pruebas. Los que se acerquen deben entrenarse, mínimo, durante una semana para que los directores técnicos puedan evaluarlos y observar sus virtudes y defectos. “En la elección, les damos la derecha a los entrenadores, más allá de que nosotros tengamos la palabra final, ya que ellos entrenarán a los chicos durante el año”, asegura Donatto.
Para ganarse un lugar, deben tener un nivel superior al de los que están. Si no, tendrán que seguir esperando. En caso de ser elegidos, pasan a integrar las inferiores de Banfield, un club que “apunta a la formación del jugador y no al éxito individual de las categorías”. “Tratamos de que todos los años esta fábrica continúe nutriendo al plantel de Primera División. No sirve que cuatro divisiones sean campeonas y no promovamos a ningún chico”, sostiene el coordinador general.
En enero del 2018, Marcelo Gallardo renovó su contrato como DT de River hasta 2021. El nuevo proyecto del Muñeco engloba tanto a la Primera como a las divisiones inferiores con un objetivo: que todas jueguen de la misma forma. Sin embargo, en Banfield no creen que sea lo más conveniente. “Lo mejor es tener variantes, entrenar con varios esquemas. Si seguís un mismo plan y se te va el técnico de Primera División, y llega otro que juega de manera diferente, no vas a contar con el jugador que ese entrenador necesita”, explica Donatto. “Concuerdo con lo que dice Hugo, hay que ser flexibles”, considera el exjugador Daniel Bilos, quien dirige la sexta división del Taladro desde hace siete años.
Banfield tiene un ojeador: Pedro Soma. Ese hombre viaja todo el año por el interior de Argentina en busca de talentos. Cuando encuentra a uno, lo invita a viajar y a testearse. El futbolista se paga el pasaje pero la institución le ofrece hospedaje durante una semana. Si es elegido, los coordinadores del fútbol juvenil banfileño tienen reuniones con sus padres para informarles sobre la posibilidad de alojar al chico en la pensión, que contiene 54 habitaciones, y de ir al colegio de la institución, que cuenta con nivel inicial, primario y secundario.
“Entrenan a la mañana, almuerzan y se van en colectivo al colegio. Salen cerca de las 18 y tienen que volver sí o sí al predio. Si quieren irse a algún lado, tanto en días hábiles como en los fines de semana, necesitan que sus padres le envíen una autorización al encargado de la pensión, Germán Carníval. Eso se mantiene hasta que son mayores de edad”, afirma Donatto. Para vivir allí, hay pautas de convivencia y son muy rigurosos con su cumplimiento. “Acá formamos personas, además de jugadores, a un nivel europeo. Un chico conflictivo nos cierra las puertas –a una posible venta- en el futuro”, añade.
“No hay pautas de convivencia especiales. Abarcan las horas de descanso, los entrenamientos, la asistencia al colegio, el respeto hacia los demás. Son las que están en cualquier establecimiento y generalmente se cumplen. En lo que más hincapié hacemos es en la educación, que aprueben las materias, y en los permisos de los padres para salir del club”, revela Carníval. “A las dos primeras faltas, llamamos a los padres; cuando llega la tercera, lo sacamos de la pensión”, amplía Donatto.
Indudablemente, el momento más duro para los técnicos es el de dejar libres a parte de sus dirigidos. El año pasado, el club cortó a unos 80 jugadores e incorporó a 32 para “elevar la vara”. “Es el momento en el que no deseas ser técnico. Es complicado, difícil. Desde que arrancan, saben que a Primera va a llegar el 1 o el 2 por ciento. Nosotros trabajamos para el club: la institución está por encima de todos. Más allá de la dificultad de la decisión, hay que hacer lo mejor para Banfield”, señala Bilos.
En marzo de 2018, el Ministerio de Deportes de China eligió a la institución para realizar un convenio que consiste en recibir jugadores del país asiático para formarlos futbolísticamente. A cambio, el club cobra 2 millones de dólares por año. Había otras nueve instituciones que competían por este acuerdo, entre ellas Boca y River, pero finalmente optaron por el Taladro. “Es un elogio y un orgullo”, admite Eduardo Spinosa. El próximo mes llegaría el primer contingente de alrededor de 40 personas.
Al ser consultados sobre la razón del éxito del proyecto, Julio Barraza, ayudante de campo de la sexta división, Daniel Bilos y Hugo Donatto resaltan lo mismo: el grupo de trabajo. “Muchos de nosotros tenemos vínculos afectivos y estamos identificados con el club, y en base a eso podemos estar lo más cerca posible a lo que necesita la institución para la Primera División. Eso genera que el proyecto tenga un gran presente y un gran futuro”, destaca Bilos. “El proyecto de trabajo es decisivo. Las personas que lo desarrollan son muy responsables. Nuestro objetivo es formar buenos jugadores y personas para que el club siga subsistiendo. Estamos por el camino correcto”, expone Barraza sobre las inferiores de Banfield, la fábrica de futbolistas.