Alejandro Rodríguez Tovar
Decir Kazimierz Górski en Polonia es también decir fútbol. Es que fue un hombre que amó al deporte y a su país por encima de todo y es por eso que es tan recordado en su querida Varsovia, donde murió en 2006 poco después de recibir dos órdenes a mérito por parte de la FIFA y la UEFA, entre tantos otros honores y distinciones que obtuvo.
Nacido en Lviv, actual Ucrania, comenzó allí su carrera como futbolista en el RKS, un club en el que jugaban los empleados ferroviarios.Todo cambió cuando en un partido frente a Pogonia Lwów se convirtió en el jugador promesa de la nación, gracias a su actuación dentro de la cancha. Cuando su carrera parecía que sería la más promisoria de su país, se interpuso la Segunda Guerra Mundial. La ocupación tanto soviética como alemana en Lviv le detuvieron el camino. Aunque en un comienzo los regímenes organizaban torneos y los futbolistas vivían con privilegios, como no hacer colas para comprar víveres, terminaron con cualquier rastro de los primeros clubes para imponer el modelo de deporte soviético.
Górzki se unió al Spartak, club en el que seleccionó a los jugadores y dominó la pequeña liga hasta que los alemanes invadieron el territorio. Con su llegada, prohibieron cualquier tipo de actividad deportiva pública y a pesar de que se jugaban algunos partidos de la liga, los estadios estaban vacíos porque la gente temía ser capturada por el ejército invasor.
En julio de 1944 Ucrania fue desocupada y a pesar del caos y la destrucción la gente quería volver a ver fútbol, por eso el Dynamo le propuso formar parte de sus filas, pero Kazimierz prefirió incorporarse al servicio militar, ya que no quería ser un ciudadano de élite y finalmente abandonó la ciudad.
Aunque su pelotón tenía la intención de llegar a Berlín, Kaziu, como lo apodaban, se quedó en Varsovia para ser uno de los futbolistas del primer club de fútbol militar, el Legia de Varsovia. Cuando terminó la guerra, todos los soldados ucranianos fueron enviados a casa, pero Górski llamó la atención de Henryk Reyman, quien le propuso jugar en la Selección de Polonia. Una lesión lo dejó afuera y solamente pudo disputar un partido como internacional con las Águilas Blancas: un triste 0 – 8 frente a Dinamarca. Así se retiró en 1956 para luego dirigir a las categorías menores sub- 20 de Polonia, al Legia Varsovia y a varios equipos de la primera división polaca, hasta que se hizo cargo de la Selección Mayor en 1970.
Con Kazimierz al mando, Polonia logró la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de 1972 y la medalla de bronce en 1976, además del tercer puesto en el Mundial de Alemania 1974. En 1976 dejó la dirección técnica para dedicarse a la dirigencia, pero dejó un legado de grandes jugadores como Lato y Boniek, entre otros. Se dice que fue el gran gestor de la época dorada del fútbol polaco.
Así vivió Kaziu hasta 2006, entre dirigentes y reconocimientos por su labor. Un cáncer terminó con su vida y con una leyenda para todos los que aman el fútbol en Polonia, pero además dejó su huella para siempre en la selección Rojiblanca y aunque su lugar de nacimiento fue Ucrania, su corazón siempre estuvo en Varsovia y él estará siempre en los corazones de los hinchas del Legia y de todos los polacos.