Julián Rozencwaig
Ese rubiecito no parecía de 11 años. Sin embargo, los tenía. Lo corroboraba Norbert Navarro, su primer entrenador de fútbol, junto a los ojeadores que asistían a los partidos para cazar algún talento. Ese chiquilín atrevido les daba órdenes a chicos cuatro años mayores que él y estos obedecían. Un presagio de lo que sucedería 17 años después cuando, por su personalidad, llevó la cinta de capitán estampada en la manga izquierda de una camiseta que le llegaba hasta los antebrazos y con la que levantó la Copa del Mundo.
“Lo que me sorprendió la primera vez que jugué con él fue su barba, tenía 12 años y era un fenómeno físico. Les llevaba una cabeza a todos. Creo seriamente que nació con un brazalete de capitán alrededor del brazo”, revela Bixente Lizarazu, exfutbolista que compartió equipo con ese pequeño adulto en el campeonato mundial de 1998. Sus muslos también se diferenciaban del resto de sus compañeros por su gran tamaño.
Navarro confiesa que “sabía leer el juego desde pequeño y con eso era un líder natural”. En un partido de categorías inferiores, fracturó el antebrazo de un arquero como consecuencia de un tiro libre ejecutado desde 25 metros de distancia.
El chiquito achaparrado nacido en Bayona, una ciudad del sur francés que mezcla trazos galos y vascos, es Didier Deschamps, actual entrenador campeón de la Selección Francesa de fútbol. Es propicioso aclarar el deporte ya que comenzó jugando al rugby en su localidad y no tuvo otro remedio que pasarse al fútbol en Aviron Bayonnais, su primer club, por insistencia de sus amigos que lo habían dejado solo practicando con la pelota ovalada.
De hecho, no dejó de seguir uno de los ocios de su niñez. En 2015, cuando la Federación Francesa de Rugby (FFR) decidió que el Top 14 (campeonato masculino de clubes franceses) se disputase paralelamente al campeonato mundial con la dificultad que esto traía para las instituciones de perder a sus mejores jugadores, Deschamps le comunicó aBernard Laporte, entrenador de RC Toulon, que las resoluciones “no eran normales en el rugby” y esto le causaba gracia.
Debutó con 16 años en Nantes de su país luego de que los ojeadores de la institución lo hayan observado en un torneo juvenil, llamando la atención de propios y extraños no solo con su juego sino también con rasgos físicos como sus dientes, el blanco víctima de la creación de memes en Twitter por parte de los detractores de su ideología y su persona. Robert Budzynski, formador de futbolistas y exdirector deportivo del club, lo calificaba como “el guerrero de la tropa y el líder de la banda”, con 15 años y cuando apenas había arribado al club. Su actitud y su personalidad no iban a modificarse a lo largo de su carrera.
Es en el conjunto francés, justamente, en el que como líder del grupo, tuvo que comunicarle a su amigo Marcel Desailly la muerte de su hermano Seth Adonkor tras un suicidio. “A esa edad ya era un jefe”, coincide junto a las declaraciones de sus colegas David Le Goff, exjugador de Mónaco y compañero del volante, quien además lo definía de “sangre fría, con un perfecto dominio del lado emocional suyo y de los demás”. “Marcel, tengo que hablar contigo. Seth está muerto”, le dijo al futbolista ghanés nacionalizado francés en la habitación donde concentraban. Trece años después, compartieron el plantel que se coronó campeón del mundo.
En su función de mediocampista defensivo (sus primeros desempeños extraoficiales fueron de centrodelantero) logró ganar la Champions League con Olympique de Marsella en 1993y con Juventus en 1996, adjudicándose posteriormente la Copa Intercontinental y otros trece títulos como jugador.
Uno de ellos es el Mundial disputado en su país. “El mayor honor no solo de mi carrera profesional, sino que de toda mi vida”, admitió Deschamps tras su famosa fotografía con el trofeo alzado en sus manos. El jugador de 29 años contribuía al juego junto al número 21 de Juventus, Zinedine Zidane, quien marcando dos de los tres goles de la final ante Brasil se inmiscuía en la historia grande del conjunto bleu.
La melena despeinada de aquellos años mutó en canicie adornada perfectamente hacia un costado. Y pasó al otro lado de la línea de cal. En 2004, logró llevar a Mónaco a la final de la Champions League habiendo eliminado a Real Madrid, el equipo favorito de la prensa en la previa, tras un 4 a 2 desfavorable en la ida que logró remontar y, con esto, obtener el pase a las semifinales, en las que dejó en el camino a Chelsea para ser derrotado en la final con Porto. Tras ganar la Copa de la Liga, obtuvo el premio al mejor equipo del mes del mundo, otorgado por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS).
Ascendió a Juventus en uno de los peores momentos de su historia, cuando descendió a la Serie B. En Olympique de Marsella, obtuvo la Ligue 1, título que no lograba la institución hacía 18 años.
Desde julio de 2012 está al mando de la Selección de Francia. En el Mundial de Brasil 2014, su equipo alcanzó los cuartos de final, instancia en la que fue eliminado por la posteriormente campeona Alemania. Perdió la final contra Portugal en la Eurocopa 2016, en la que fue anfitriona. Llegó a Rusia por la gloria. Repetir la hazaña, pero en esta ocasión ya no con la casaca holgada sino con saco y corbata. A veinte años del mayor honor de su vida, logró festejarlo con otra Copa del Mundo.