Julián Rozencwaig
“El mundo virtual”, como señala el entrenador argentino, Jorge Sampaoli, “te hace una persona descartable cuando perdés un partido”, pero simultáneamente existe una materialidad paralela denominada “mundo real, en el que las cosas se dicen de frente”.
En este último cosmos empírico, un pequeño grupo –y el más importante– corre por un objetivo disímil al de conjuntos políticos y económicos que con, justamente, estos fines, frecuenta en contra de esa minúscula agrupación que conforman jugadores y cuerpo técnico. Para satisfacer sus objetivos, utilizan, a veces, al mundo virtual.
Y es en el mundo virtual donde se necesitarían cancelar actividades rutinarias del mundo real por más de dos semanas para recolectar las profusas formaciones y los insólitos sistemas de juego que circularon y circulan aún en este momento (no importa cuando lea esto, aún después del Mundial de fútbol) sin un atisbo de seguridad ni chequeo que justificara o justifique su difusión.
En el mundo real, sin embargo, dos esquemas de once jugadores cada uno fueron suficientes para jugar dos partidos. En el mundo virtual, el delantero Cristian Pavón le pegó una trompada en el vestuario tras la derrota ante Croacia a Javier Mascherano, el subcapitán del seleccionado argentino y, entre tantos otros hechos inéditos de este universo, el plantel pretendió echar al oriundo de Casilda para que los dirija el manager, Jorge Burruchaga.
Pero en el mundo real, los futbolistas dialogaron con el seleccionador “en privado”, como manifestó Sampaoli en justificación a no publicar sus dichos, “con el afán de cada uno poner su granito de arena”, conforme a lo que admitió Mascherano y que representa un factor saludable para un equipo (porque al fin y al cabo es eso, un equipo) que se constituye, entre otras cosas, con comprensión mutua mediante comunicación verbal con la meta de trasladarlo al césped.
En el mundo virtual, millones de argentinos publican en detrimento de la Selección Argentina o, directamente, del país; en el mundo real, la pequeña delegación empuja a favor de todos esos millones. El mundo virtual y el mundo real, a veces, se cruzan para herir a los protagonistas y a su entorno que los rodea (familiares y amigos).
“(…) Cuando el objetivo y la camiseta que representamos es más grande que cualquier tipo de interpretación, vamos todos juntos unidos por ese fin”, dice el “Jefecito”, apodado de esta manera por su personalidad, soñando con que, por una vez dentro de tantas veces, un martes 26 de junio, los mundos se entrelacen con el fin de empujar para un mismo lado.