Santiago Ferrer
Admiración, de principio a fin. De pies a cabeza, mejor dicho. Porque desde esa perspectiva observamos fútbol. Y esa es la sensación que tienen los amantes de este deporte cuando ven en una cancha a Lionel Messi. Por sus goles y gambetas. Por sus logros y conquistas. Por la habilidad de convertir constantemente en fácil lo que no lo es. No hay que ser argentino para llegar a enloquecer cuando el rosarino agarra la pelota y encara hacia el arco rival. No, todo lo contrario. Messi es mundial, no conoce de fronteras. No se preocupa por los límites geográficos, ideológicos, espirituales, sociales, o incluso, de identidad.
Pero, ¿qué pasaría si este ícono global del deporte fuera trans? ¿Qué pensarías de Messi si tuviera una identidad de género diferente a la que le tocó cuando nació? En pocas palabras, si no se sintiera hombre ¿Seguirías viendo todos los partidos que juega? ¿Mirarías cada uno de los encuentros del Barcelona por Champions? ¿Te sentarías con las mismas ganas para disfrutar de la Selección Argentina durante el Mundial de Rusia? ¿Gritarías todos sus goles con gran euforia? ¿Festejarías todos sus triunfos y todos los records que sigue batiendo fin de semana tras fin de semana tal y como hacés hoy en día?
Y, ¿qué pasaría si Lieke Martens, ganadora del The Best a la mejor jugadora del año y flamante refuerzo del Barcelona, no se sintiera mujer? ¿Qué pasaría si quisiera integrar la delantera junto con Luis Suárez? ¿Le cerrarían las puertas o la dejarían formar parte de una de las delanteras más letales del fútbol? Ernesto Valverde se quedaría con la holandesa y Fran Sánchez, DT del Barça femenino, con Messi. En ambos casos, ¿respetarían esa decisión de los dos jugadores?
De todas formas, los goles, las jugadas, las gambetas serían idénticas. Porque Messi siempre será Messi, y Martens siempre será Martens. Sean heterosexuales, homosexuales o transexuales. El fútbol no comprende las barreras de identidad. Las gambetea, igual que estos futbolistas a todos sus rivales. Porque lo que realmente importa es cuidar la pasión por la pelota. “No se mancha”, dijo Maradona alguna vez. La identidad de género tampoco se mancha, no discrimina, no hace diferencias dentro de una cancha.
En un punto, todos nos parecemos en algo. Buscamos cosas similares. ¿Debutar en Primera? ¿Hacer un gol? ¿Levantar una copa? No. Todos queremos ser aceptados. Es una búsqueda inalcanzable para algunos, pero a pesar de cruzarse con miles de obstáculos, siguen intentando dejar atrás la marca de los prejuicios que le ponen la sociedad y las federaciones. Para poder, de una vez por todas, gritar goles en libertad.