Bruno Barbagallo
No disfruta de jugar al fútbol profesional. Prefiere pescar antes que jugar un partido por los puntos. Sin embargo, Lisandro López es el referente indiscutido que tiene el vestuario de Racing y lleva con orgullo la cinta de capitán del club que le dio todo en este deporte.
En febrero de 2016, luego de marcar el gol -de chilena- que empató el clásico contra Independiente en el minuto 45 del complemento, Licha admitió que disfrutó anotarlo tanto como cuando saca un pez del agua. La declaración del delantero tomó por sorpresa a quienes no conocían su pasatiempo: cada vez que tiene tiempo libre, vuelve a Rafael Obligado, en la localidad de Rojas, provincia de Buenos Aires, donde se crió. Allí se dedica a pescar junto a sus amigos. “Soy más profesional de eso que del fútbol”, bromeó ese mismo día.
La preferencia de López por la caña y el anzuelo se condice con sus otras confesiones: reveló que no la pasa bien en el transcurso de los partidos y que querría poder volver al anonimato una vez que se retire. Lo que siente dentro de la cancha es una constante autoexigencia que, lejos de motivarlo, lo presiona y no le permite disfrutar el deporte. “Siempre fue de esa manera. A todos nos molesta cuando no nos salen las cosas, pero después del partido uno se olvida. Él se quedaba con bronca”, cuenta a El Equipo Sebastián Penco, delantero y compañero suyo en la temporada 2004/05.
El deseo de Licha de volver a ser un desconocido no es algo nuevo que le surgió con el tiempo. Desde sus primeros años como futbolista en Racing fue un jugador humilde, trabajador y de perfil bajo, según Penco. “Él eligió ser así y hay que aceptarlo como es”, afirma. Nunca le agradó el “circo”, como él lo definió, que se genera alrededor del fútbol, y todos los que compartieron vestuario con él pueden dar fe de eso. “No le gusta mostrarse, es cerrado, reservado. No lo vas a ver en medio de un problema. Pero esa personalidad tranquila no le afecta para nada en su rol de líder”, asegura Pablo Álvarez, defensor con quien compartió plantel en 2016, a El Equipo. También lo definió como una persona muy seria, con mucha redisposición al trabajo y detallista: un líder nato. De esta manera, sirve como ejemplo para todos sus colegas, sobre todo para los más jóvenes.
Mientras transcurre los últimos años de su carrera, Lisandro separa cada vez más su profesión de la persona que es fuera de la cancha. “La gente viene y te dice que te quiere mucho. ¿Cómo me vas a querer? ¿Por qué? ¿Por un gol? No hermano, si no me conocés”, confesó en una entrevista con Página 12. Al capitán no le molestan estas situaciones por ser egoísta, sino por su timidez y porque no sabe cómo reaccionar ante las muestras de afecto.
Tal vez elija la pesca por sobre su profesión, no disfrute de su trabajo y desee ser desconocido, pero el líder que Racing tiene en su vestuario es el idóneo según todas las personas que jugaron junto a él.