viernes, marzo 29, 2024

La final de cinco minutos, días y meses

Fausto Faccini

Cae la tarde en un jueves laborable de agosto, y el horario es algo incómodo para ver fútbol. No es un clásico, ni hay hinchas en la tribuna. Parece ser un partido más, pero hay clima de todo lo contrario. Se habló de este partido como si fuera un Boca-River, y hay un país atento a lo que está por pasar. En la cancha de Defensores de Belgrano se vienen solo cinco minutos de juego. El resultado de polémicas, denuncias de trampas y una invasión que recorrió medios de todo el mundo, está por empezar. Deportivo Riestra y Comunicaciones entran al campo de juego para completar la final del Reducido y cumplir el sueño de ascender por primera vez a la B Nacional.

Solo quiero terminar el partido – le dice el central de Riestra Gustavo Benítez a Lucas Banegas mientras lo saluda en el sorteo entre capitanes -. Levanto las manos y me voy a mi casa, salga el resultado que salga.

La moneda cae en favor del capitán de Comunicaciones, pero Benítez se sorprende al ver que Banegas elige campo. El saque inicial es para Riestra, que prefería sacar porque tiene que defender el 2 a 1 global, y había planeado meter la primera pelota bien lejos e ir a presionar, para no permitirle un centro rápido al rival. Le sale al revés. Saque del medio, pase atrás, un envío corto y rebote a los pies de Rodrigo Melo, el cinco de Comunicaciones.

El volante al que le queda la pelota, no había vivido días del todo tranquilos en el marco de esa final. Después de la victoria de Comunicaciones por 1 a 0 en la ida, un hincha increpó a Melo mientras dirigía fútbol femenino.

Te voy a pegar un tiro en la rodilla – amenazó el hincha mientras se acercaba al jugador.

A Melo le pareció raro lo que le pasó, pero su caso no fue el único. Fue un tema de charla en el plantel porque algunos jugadores de Comunicaciones también fueron amenazados por mensajes en la previa del segundo partido. Uno de ellos precisó que a Nicolás Varela lo llamaron y le dijeron que fuera para atrás porque Riestra estaba interesado en él. Este volante negó estar al tanto sobre llamados o amenazas, a él o a cualquiera del equipo.

Para Varela, el partido de vuelta suspendido sobre el final, sería el último con la camiseta de Comunicaciones. No fue elegido por el técnico Alejandro Orfila para jugar los cinco minutos, después de ser titular en los últimos ocho partidos. En menos de un mes, sería presentado como refuerzo de Riestra.

Varela y los demás que quedaron afuera del equipo titular, miran los cinco minutos a un costado de la platea. No hay ni suplentes, porque ambos equipos habían hecho los tres cambios antes de la suspensión. Dentro de la cancha, hay un tiro libre en campo propio para Comunicaciones. Federico Barrionuevo tira un centro frontal que toma peligro tras dos cabezazos seguidos en ataque. La defensa no puede evitar el pique cerca del punto penal y casi se iguala la serie, pero la pelota es del arquero. El transcurso del juego promete darse cerca del área de Riestra.

Si de áreas se habla, se toca una de las polémicas que se habían dado en el partido de vuelta suspendido. El mundo del fútbol se enteró del tema cuando al día siguiente de la suspensión salió la noticia en prácticamente todos los medios televisivos del país. Pero en Comunicaciones notaron algo raro en las áreas desde el momento del reconocimiento del campo en la cancha de Riestra.

-Las áreas están más grandes que lo normal- le dijo el arquero Germán Yacaruso a Melo.

-¿Estás seguro? – preguntó el volante.

Sí. Desde la línea hasta el área siempre hago una cantidad de pasos. Acá estoy haciendo tres de más.

Es deber del arquero conocer sobre distancias en el área para saber ubicar a la defensa en pelotas paradas en contra, según explicó Yacaruso. Además de estar en ese tipo de detalles, es el que sabe cuándo es momento de dormir un poco el partido, como lo hace Carlos Morel pasado el primero de los cinco minutos de la continuación de la final. Mientras Comunicaciones pide córner, el arquero de Riestra va a buscar la pelota a paso lento. Agustín Cattaneo corre y acomoda para que Morel saque del arco, con un reclamo al árbitro por la demora.

Este defensor de Comunicaciones ya venía cruzado con el árbitro Paulo Vigliano, incluso desde antes del inicio de la vuelta en la cancha de Riestra. Cuando Yacaruso advirtió sobre el tamaño de las áreas, Cattaneo fue a reclamárselo al juez.

Paulo, fijate que las áreas están gigantes- le reclamó el defensor.

Quedate tranquilo, Pelado – le contestó Vigliano con una palmada en la espalda mientras guiñaba el ojo-. Están grandes para los dos equipos.

Cattaneo no quedó conforme con aquella respuesta del árbitro, y tampoco parece estarlo al volver del área contraria en el partido de los cinco minutos. Mientras todavía discute con Vigliano, el defensor no baja demasiado y es el más adelantado de su equipo. En el Reino del revés, los marcadores centrales son los más adelantados del equipo, y el volante ofensivo Tomás Asprea es el más atrasado. Hernán Salazar, amonestado en la vuelta suspendida, no puede estar porque llegó al límite de amarillas y se lo considera un partido nuevo, pero el jugador que invadió la cancha y fue parte de la suspensión, si quería el técnico de Riestra, podía jugar los cinco minutos porque la AFA nunca lo sancionó.

El jugador en cuestión es Leandro Freyre, quien estuvo en el ojo de la tormenta desde el domingo de la invasión hasta los cinco minutos del jueves, por un hecho pocas veces visto. Riestra ganaba la vuelta por 2 a 0 en su cancha, y Comunicaciones advertía con dos tiros en el travesaño sobre el final. Pero cuando solo cinco minutos separaban al local de un ascenso histórico, un encapuchado con la ropa de concentración del club entró al campo de juego y se puso a perseguir la pelota. Después de algunos empujones, el árbitro lo echaba de la cancha. Ya no había vuelta atrás. En solo segundos, había más de cien personas adentro. Los hinchas no paraban de entrar desde atrás de uno de los arcos y los dos laterales. El árbitro tocó el silbato, y los jugadores e hinchas de Riestra festejaron con el encapuchado metido de vuelta en el tumulto. Mientras se iba el plantel de Comunicaciones después de unos diez minutos, Vigliano aclaraba que el partido estaba suspendido y que iba a informar lo que había pasado.

El informe escrito por el árbitro de lo sucedido en el Estadio Guillermo Laza a los 45 minutos del segundo tiempo con cinco minutos de adición por jugarse, iba a ser una pieza clave en el destino del partido, y en Comunicaciones lo intuían. Por eso, después de la suspensión, y al enterarse que el encapuchado de Riestra era el jugador Leandro Freyre, los dirigentes del club fueron a asegurarse de que el árbitro no iba a pasar por alto este detalle en su informe.

-¿Vas a informar al jugador que entró? – le preguntaron a Vigliano.

-No lo conozco.

Pero, ¿viste el número?- insistieron los dirigentes.

El árbitro les confirmó que había logrado identificar el número 20 en la ropa de Freyre, y en Comunicaciones entendieron que iba a ponerlo en el informe. En ese momento, la pelota ya la tenían Vigliano y el tribunal de disciplina.

Mientras se llegaba a un veredicto en la AFA, el escándalo llegó a medios de todo el mundo. Los canales de televisión locales superponían la imagen del partido del domingo a la de uno anterior, y hacían coincidir los arcos para mostrar que las áreas efectivamente estaban más grandes. Ese lunes, Infobae publicó una imagen de un drone en la que se veía una línea borrada, con el dato de que un empleado del club había trabajado esa mañana sobre ella. Entre la línea borrada y la marcada, había una distancia de dos metros a ojo. Si las medidas de un área son 40 de ancho por 16 en el largo, con ampliar dos metros por lado sin tocar el frente se ganan cerca de 64 metros cuadrados. Puede ser que en Riestra “se haya escuchado de fondo” que se iban a agrandar las áreas en la previa del partido, según relataron off the record.

Aquel lunes, en ambos clubes se vieron más periodistas de los que se habían visto nunca para cubrir un partido de tercera división. En Riestra, los encargados para hablar con la prensa eran los dos Benítez. Jorge, el director técnico, y el capitán Gustavo. Este último, después de dar una nota al mediodía, se desmayó y fue internado unas horas por un pico de estrés.

La tensión del momento ya sobrepasaba a cualquiera, por más experiencia que tuviera. Pero el capitán de Riestra se recuperó, y junto a los centrales Sebastián Lamacchia y Daniel Silvani, sacaron todo lo que cayó en su área durante el primer tiempo del partido de los cinco minutos. Comunicaciones promete insistir en busca de los penales, pero el plan defensivo del rival, por el momento da resultado. Aunque en aquella planificación de Riestra, se manejó una opción con pocos antecedentes.

En el cuerpo técnico sabían que iban a caer centros desde cualquier lado, con la desesperación de Comunicaciones por el empate. Ante la falta de gente alta en el plantel, en un entrenamiento se probó al arquero Diego Maidana como defensor. Como se generaban dudas con esa improvisación, los propios jugadores pidieron dar marcha atrás, y quedaba a resolverse el problema de la altura. La única certeza que tenían, era que ese partido se iba a jugar sí o sí. A menos de 48 horas, esto se haría oficial.

El martes cerca de las 20 se publicó el boletín N° 5367 con la firma de Fernando Mitjans, Sergio Fernández, Eduardo Bozzi, Roxana Del Río, Jorge Gallelli y Gerardo Gómez, los miembros del tribunal que participaron en la decisión. Éstos resolvieron una sanción para Riestra de 300 entradas por los próximos diez partidos, la quita de 20 puntos en la próxima temporada y la clausura del estadio por diez fechas. Pero claro, lo que todos esperaban era si la final seguía o no.

El fallo casi unánime sentenció la continuación del partido a puertas cerradas en cancha neutral. En el boletín, después de haberse tomado dos días para juntar pruebas, escribieron que en el informe del árbitro no se dan las disposiciones del artículo 106 y que por eso se decidió completar lo que restaba de juego. A diferencia de lo que habían entendido los dirigentes de Comunicaciones, Vigliano nunca escribió que un jugador de Riestra participó en la invasión. El único en votar en contra fue Sergio Fernández, quien expresó no estar de acuerdo con la continuidad de la final porque resultaba claro, por todo lo que salió en los medios, que en la invasión hubo jugadores y/o dirigentes y que la situación es “claramente tipificable” en el inciso g del artículo 106. Este ítem del reglamento establece la pérdida del partido cuando el árbitro lo suspenda por “desorden o agresión en la cancha o entre el público asistente, promovido por dirigente, delegado, jugador o integrante del personal técnico de uno o de los dos equipos”.

El escrito parece ser concluyente para este caso. El primer invasor que toma la televisación es Freyre, quien había jugado partidos en ese torneo y había concentrado para esa final. Pero la defensa de Riestra se basó en los conceptos de “promover” y de “jugador”. El club argumentaba que Freyre no fue quien promovió la invasión porque no fue el primero en poner un pie dentro de los límites de la cancha, y que la ley no lo cuenta como jugador. El reconocido abogado Víctor Stinfale, gerenciador deportivo de Riestra, explicaría seis meses después de la invasión, que el mismo artículo 106 dice que los jugadores son solo titulares y suplentes, aunque esto no se lee textualmente en ese ítem.

En el caso de que Freyre efectivamente no sea jugador para el reglamento o no haya promovido la invasión, Comunicaciones también reclamó sobre el inciso l de ese mismo artículo. Este dice textualmente que se da por perdido el partido cuando el árbitro debe suspenderlo por “permanencia de un número mayor de personas a las reglamentariamente autorizadas para estar dentro del campo de juego”.

En base a estos incisos, Comunicaciones apeló el fallo a horas de su publicación. En cuanto a Freyre, sería citado a declarar ante el tribunal la semana siguiente a los cinco minutos, pero el jugador se ausentaría. Más tarde sería indagado y sobreseído por la Justicia, según Stinfale. Pasado el tiempo, nunca se publicaría una sanción oficial para Freyre, que a los meses jugaría un partido por los puntos en la reserva del club.

Sin una sanción para Freyre, Riestra pidió por la baja de las penas con respecto a los puntos quitados y la suspensión del estadio. El tribunal de apelaciones respondería al reclamo de ambos clubes recién en los últimos días de diciembre de 2017, a casi cinco meses de la invasión. La pretensión sería rechazada para Comunicaciones, simplemente porque el informe del árbitro no coincide con los incisos g o l del artículo 106. Para Riestra, un sí a medias. Devolución de diez puntos, y reducción a ocho fechas sin jugar de local.

Las idas y vueltas con el fallo llegarían a su fin. Para Comunicaciones no habría mucho más para hacer fuera de la cancha. Tampoco dentro de ella, porque el segundo tiempo de la reanudación del partido solo dura dos minutos, y su rival está bien plantado atrás.

La primera pelota que cae al área de Riestra en el complemento llega recién al minuto, y la despeja Sebastián López al córner. Después del centro hay una mano en ataque, y cuando Morel hace el tiro libre ya se cumplen los dos minutos. Pero Vigliano le va a dejar una más a Comunicaciones.

Cattaneo mete el lateral al área rival en tiempo cumplido. Saca de cabeza Lamacchia, Banegas devuelve con peligro pero el central de Riestra responde de nuevo. El despeje va en dirección de Cattaneo que otra vez la manda al área y obliga a Morel a responder con el puño. La pelota le queda a Maximiliano Zárate al borde del área, que le pega de zurda y rebota en uno de Riestra. Todo Comunicaciones reclama penal.

El árbitro levanta las manos para que siga el juego. Parece haber visto una mano del defensor, pero con los brazos encogidos sobre el cuerpo. Lamacchia despeja una vez más y se abraza con Benítez porque Vigliano toca el silbato. Cinco minutos de juego, cinco días para completar la vuelta y todavía cinco meses por delante para una decisión final en el escritorio. Ahora, la pelota ya dejó de rodar en la cancha. La prestaron por un rato, pero ya volvió a su verdadero dueño en esta historia. Otra vez, la pelota la tiene el tribunal.

 

 

 

 

 

 

 

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